martes, diciembre 06, 2011

De como un taxi alegró mi noche.



Hoy, al salir de mis clases, y luego de un breve trayecto en camión, tomé un taxi. El clima frío, húmedo y brumoso. No tardó el llegar uno a la esquina donde buscaba uno. No es difícil identificarlos: en cuanto notan a un posible pasajero, tocan el claxon breve y entrecortadamente mientras "echan las luces". Al abordar el auto, y decirle al conductor hacia dónde me dirigía, noté que la calefacción estaba encendida y se sentía una agradable sensación de calor.

El clima suele ser siempre un elemento de unión en las conversaciones por una sencilla razón: es un elemento común vivido por cualquier interlocutor que físicamente se encuentren. Esta vez, no fue la excepción. "Qué a gusto está aquí adentro, ahora sí se soltó el frío". "Sí - contestó el taxista - ahora sí ya se siente la Navidad". Yo asentí.

Al llegar a mi casa le indiqué: "es ahí donde están todas esas luces navideñas"; y me dijo "qué bueno que en esta casa esté el espíritu navideño, ya se ha perdido mucho y es una lástima, porque la gente ya no la valora igual". No pude estar más de acuerdo. Pagué, y nos deseamos un buen descanso.

Al entrar a mi casa, caí en la cuenta que el tema de la Navidad salió en dos ocasiones durante el trayecto, como se puede notar. Ambas por iniciativa del conductor. Es lo que traía en mente. Me dio mucho gusto.

Efectivamente, muchos valores, incluso desde un punto de vista meramente cultural, se han dejado de lado por muchos. Pero también es bastante la gente que aún los conserva y fomenta, como este taxista. Un motivo esperanzador para el país, para mí mismo.

No haber tenido "aventón" hoy, cobró sentido: el sentido de la Navidad.

Imagen: "Citlatépetl" - José María Velasco (1840 - 1912)

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