martes, noviembre 29, 2011

De cómo un dulce de leche descubre el yo más puro.


No soy muy dulcero. Nunca lo fui. Aunque el sabor dulce me agrada bastante, los dulces, caramelos y chocolates nunca fueron mi debilidad, aunque estos últimos los llego a disfrutar más cuando son amargos. Sin embargo, sí hay un tipo de dulce que puede romper ese patrón: el dulce de leche.
Aquí en Nuevo León, sin duda, se producen los mejores del país: glorias, bolitas de leche y otros similares que resultan irresistibles a cualquier paladar por muy exigente que sea.

A la gran mayoría, les gustan los dulces. Si a mí me gustan los de leche, pensé, a los demás tendrían que gustarles.

Hoy tenía clase de cálculo, con 13 alumnos. Casualmente estaba cerca de la Alameda y comencé a caminar por la banqueta de enfrente. Esa calle, Washington, es famosa por sus tiendas de carne seca y dulces regionales. No resistí, entré una tienda y compré una bolsa de bolitas de leche para mis alumnos.

Aunque no llegó completa: inmediatamente la abrí y probé una: suavecita, dulce.

Durante la clase, cada alumno que pasaba a resolver una derivada, se ganaba una bolita de leche. Es increíble: eran como niños cuando se ganaban un dulce (cabe aclarar que mis alumnos están entre los 24 y 35 años de edad).

Sobra decir que no quedó ninguno al finalizar la clase. Bueno, sí, sobró uno: el que me guardé que me comeré mañana.

Me sorprende cómo un estímulo tan simple puede tener resultados grandiosos. Todos tenemos mucho de niño dentro. Esa inocencia que tenemos todos, muchas veces la dejamos guardada en el interior. No se trata de ser inmaduros, sino sencillos. La vida se complica siendo adultos: preocupaciones que no nos dejan dormir.

Lo más profundo del alma lo podremos hallar si encontramos a ese niño dentro: es nuestro yo más original, sin máscaras.

Tal vez, solo hace falta encontrar nuestra "bolita de leche".

Imagen: "Retrato de Ignacio Sánchez" - Diego Rivera (1886 - 1957)

1 comentario:

  1. 'Esa inocencia que tenemos todos, muchas veces la dejamos guardada en el interior. No se trata de ser inmaduros, sino sencillos. La vida se complica siendo adultos: preocupaciones que no nos dejan dormir'. De acuerdo... Keep it going!

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